Noticia de la Seccion Sindical Bankia

04 de Enero de 2013

Pocos saben que en la década de los noventa, la de Juan Francisco García González como director general de la Caja Insular de Ahorros, esta entidad fue la caja de ahorros más rentable de toda España. Paradójicamente, en la misma fecha que se representaba "la noche de los cristales rotos" en el CICCA, una asamblea general decidió destituirle dando paso a políticos de CC y PSOE, junto a sindicalistas de UGT. A partir de ahí, nos estamos referiendo al año de 1999, comenzó el declive de esta Institución. Hoy las luces navideñas apagadas en la sede social de Triana, se convierten en fiel reflejo del deterioro de la que en su día se consideró la caja con mayor circulante de la provincia de Las Palmas. Ha pasado a ser de la noche a la mañana un ente insostenible, que tras la caída acontecida en la bolsa de valores de su matriz Bankia, ha quedado en nada. Es el momento de pedir responsabilidades políticas -y de otra índole- a los gestores de esta entidad, tanto a los anteriores como a los actuales, para que respondan incluso con su propio patrimonio de esta quiebra anunciada. La situación es tan grave que Bankia - Caja Insular de Ahorros, será expulsada del IBEX-35, ya que resulta absurdo que una empresa cuyas acciones no valen nada, cotice en bolsa. Al igual que la defensa a ultranza que muchos consejeros generales de la entidad canaria hacían sobre la fantástica entrada en Bankia. Para el Consejo de Administración, controlado por los políticos de CC y PSOE, era una opción que garantizaría la supervivencia de la Caja Insular, y que le daría mayor solvencia. La realidad ha demostrado que dicha fusión no ha supuesto otra cosa que la desaparición total de la Caja Insular y, lo que es peor, del dinero de muchos canarios que en su día compraron miles de acciones de Bankia y que a día de hoy rozan los cero euros en su cotización. Por no hablar del cierre de oficinas, despidos de trabajadores y empeoramiento de las condiciones laborales del resto. Todo un éxito para los señores consejeros. Tras los últimos datos conocidos sobre su situación, un "agujero" contable de 10.444 millones de euros, que ha provocado el drástico desplome de su cotización, hay que responsabilizar al Consejo de Administración de la funesta gestión que ha hecho desaparecer La Caja, y de la gran estafa que ha supuesto para miles de canarios la venta de acciones de Bankia. Entre los accionistas minoritarios hay miles de inversores canarios que, como clientes de la Caja Insular, compraron acciones seducidos por una contabilidad falsa y engañosa, que estaba avalada por el Consejo de Administración y el propio presidente de la entidad. Nos vendieron la existencia de unos beneficios de 300 millones de euros, cuando la realidad es que se estaban perdiendo más de 3.000 millones. El ex presidente, su ex director general, y su actual director territorial, ejercieron de promotores de la venta de acciones de Bankia a miles de canarios, incluidos los empleados y sus familiares, para conseguir implicarlos y colocar las acciones de la nueva entidad, que salieron al mercado en julio de 2011 a un precio de 3,51 euros. Ahora pretenden hacer creer que no sabían lo que sucedía en la Caja Insular, y que no tienen nada que ver en las decisiones adoptadas por sus Consejos de Administración, cuando los responsables de este desaguisado financiero son los miembros de los Consejos de Administración que tomaron las decisiones y, sobre todo, García Falcón y Suárez del Toro, en su calidad de director general y presidente, que son quienes han marcado en todos estos años, la política financiera de La Caja. Aún no se conoce la verdadera situación financiera y los compromisos inmobiliarios que mantenía la entidad antes de su integración en Bankia, ni cuántas acciones adquirieron personas próximas al Consejo (incluidos títulos del Banco de Valencia) y cuándo las vendieron, ni cuál va a ser la incidencia real que la pérdida de la Caja Insular tendrá sobre el tejido productivo regional y sobre los trabajadores de la antigua entidad. En El libro de los amores ridículos, Milan Kundera puso en boca de uno de sus personajes: "Si las personas sólo fueran responsables de lo que hacen conscientemente, los idiotas estarían de antemano libres de cualquier culpa. Lo que pasa, querido Flajsman, es que las personas tienen la obligación de saber. Las personas son responsables de su ignorancia. La ignorancia es culpable". Si eres consejero o directivo de un banco, no puedes alegar que no sabes de bancos y que no te informabas de lo que el banco hacía.

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