ACTIVIDAD
El nº de parados en el segundo trimestre de 2009 superó en 225.000 personas al nº de parados en el segundo trimestre de 2017: por el contrario, el nº de ocupados fue 341.000 individuos mayor. Tenemos menos paro pero también menor ocupación ahora que entonces: ¿por qué? Pues, en esencia, porque hay 566.000 trabajadores menos en activo. De hecho, desde que arrancó la recuperación hace 3 años, los trabajadores en activo se han reducido en más de 250.000. Más crecimiento y más dinamismo laboral no equivale necesariamente a una población más deseosa de trabajar.
La pasividad laboral ha sido una de las constantes de nuestra economía durante las últimas décadas. Algo poco deseable: para multiplicar las oportunidades de inserción social, no sólo es importante minimizar el porcentaje de personas que, buscando empleo, no lo encuentran (tasa de paro), sino también incrementar el porcentaje de personas que o tienen o están dispuestas a buscar un empleo (tasa de actividad). Una alta tasa de actividad y una baja tasa de paro se traducen en una alta tasa de empleo, esto es, en un elevado porcentaje de personas en edad de trabajar que cuentan con una ocupación (y que, por tanto, están generando riqueza dentro de la economía).
En el caso de España, nuestra tasa de empleo apenas alcanza el 60%, cuando las economías más avanzadas de nuestro entorno superan cómodamente el 70% (Suiza tiene el 79,3%; Suecia el 75,7%; Holanda el 75,1%; Alemania el 74,6%; Reino Unido el 73,7%, etc.).
Tasa de empleo (16-64 años)
Parte de este sustancial diferencial se explica por nuestra superior tasa de paro: pero no todo él. Aun cuando nuestra tasa de paro cayera hasta el 7%, nuestra tasa de empleo se ubicaría en el 70%. Para alcanzar los porcentajes cercanos al 75% que exhiben las economías ricas de nuestro entorno, por necesidad deberíamos conseguir que entre 1 y 2 millones de personas hoy inactivas pasen a buscar y a encontrar una ocupación. Y esa mejoría de la tasa de actividad no la estamos viviendo con la recuperación: por ende, hacen falta otro tipo de reformas que eliminen los incentivos perversos a la inactividad.
¿Cuáles son hoy las 3 grandes bolsas de inactividad entre los 16 y los 64 años?
Más de 7 millones de personas entre estudiantes, amas de casa y pensionistas (en especial, jubilados anticipados e incapacitados). En general, estos 3 colectivos requieren de fórmulas más flexibles de participación en el mercado laboral: fórmulas que les permitan compatibilizar sus otras actividades o ingresos con algún empleo discontinuo o a tiempo parcial. A su vez, también necesitan verse recompensados con un mayor salario por hora (de modo que les compense compatibilizar sus otras actividades con la laboral), lo que a corto plazo sólo puede conseguirse con tributos más reducidos.
TEMPORALIDAD
El problema clásico de nuestra economía es su elevadísima temporalidad. Sin ir más lejos, de los 375.000 nuevos empleos creados durante este segundo trimestre, casi el 70% han tenido un carácter temporal. Acaso cupiera pensar que se trata de un mal estacional (el arranque de la temporada veraniega), pero sólo en una pequeña porción: el 53% de todos los empleos generados durante los últimos 3 años ha sido temporal.
La temporalidad es otro de los problemas que lleva perjudicando a la economía española desde hace décadas —no es un fenómeno relacionado con la reforma laboral— y que tampoco parece estar encontrando remedio en la actual etapa de bonanza. Durante los últimos tre3 años, nuestra tasa de temporalidad ha pasado del 23,9% al 26,8%. Si continuáramos creando empleo temporal al ritmo actual, la tasa de temporalidad acabará superando el 30%, como sucedía antes de la crisis.
Tasa de temporalidad
Tales tasas de temporalidad son una anormalidad en los países más desarrollados, donde ni siquiera superan el 15%. Las razones de este uso tan intensivo del empleo temporal no cabe buscarlas en nuestra estructura productiva, sino en nuestra tipología contractual: contratos indefinidos muchísimo más caros de rescindir que los temporales, lo que sesga la demanda empresarial hacia la temporalidad. Nuevamente, se hacen necesarias reformas que acaben con la dualidad regulatoria tanto ex ante (contrato único o, mejor, libertad contractual), como ex post (mochila austriaca).
HORAS TRABAJADAS
A pesar de que, a finales del segundo trimestre de 2017, había 510.000 personas más con empleo que un año antes, el nº de horas efectivamente trabajadas ha sido menor: en concreto, en el 2º trimestre de 2016 se trabajaron 620 millones de horas semanales, frente a los 613 millones del 2º trimestre de 2017. Si efectuamos la comparativa con el 2º trimestre de 2009, la diferencia sigue siendo notable: a pesar de que entonces sólo había un 1,8% más de ocupados, las horas trabajadas eran un 6,5% superiores.
No se trata de que, como en ocasiones se afirma, durante los últimos años no se haya creado nada de empleo neto y toda nueva ocupación haya surgido a costa de restar horas de trabajo a otros empleos existentes (en los últimos 3 años, las horas trabajadas han aumentado más de un 6%), pero sí es cierto que una parte de la creación de empleo ha procedido del reparto de horas de trabajo.
Nº de horas trabajadas
La reducción del nº de horas trabajadas tampoco está remediándose con la recuperación: mientras que en el 2º trimestre de 2009, cada ocupado trabajaba de media 34,4 horas por semana, en el 2º de 2017 lo está haciendo 32,9… una cifra inferior a la de 2015 (33,6) y a la de 2016 (34,1). De hecho, pese a la intensa creación de empleo de los últimos años, la cifra de personas con contrato a tiempo parcial involuntario (trabajadores que desearían trabajar a jornada completa pero no encuentran dónde) apenas se ha reducido desde sus máximos desde hace una década.
En gran medida, este fenómeno sí tenderá a solucionarse conforme se siga creando más empleo (cuando no queden parados que contratar, la única forma de aumentar las horas trabajadas será alargando la jornada de los ocupados), pero la lentitud de su corrección ilustra que, en realidad, al mercado laboral español todavía le queda muchísimo camino por delante para superar toda la devastación vivida durante la crisis: para regresar al número de horas trabajadas pre-crisis, hemos de incrementarlas en cerca de un 20%, 3 veces más de lo que lo hemos hecho en el último trienio. Sin una economía y un mercado laboral mucho más dinámicos —esto es, sin mayores dosis de libertad—, necesitaremos más de un lustro para recuperar el empleo previo a la depresión.
Fuente: lapirenaicadigital.es